El día 28 de Abril, dos antes del día del Trabajador, los alumnos del 5to. "E"... es decir, mi curso... ¡sí que trabajaron!. Es decir, sus dientes, sus mandíbulas, sus jugos gástricos... en fin, "tooooodo su sistema digestivo trabajó"... el bolo alimenticio era la "locomoción" del momento, le fue bien ese día.
Para qué tanta cosa dirán ustedes, "pucha que le pone este teacher".
La actividad... la clásica "convivencia" era una sorpresa, los muchachos (y muchachas) no sabían nada y además de sorprenderlos, tenía la finalidad de incentivar (de forma espontánea en primera instancia) el trabajo en clases y el estudio constante, así como, compartir un rato agradable juntos, en vista de que no habíamos hecho nada desde que comenzamos como curso..., un acercamiento que espero les haya motivado al trabajo y sacado de su letargo... sólo así valdría la pena ese día que con tanto cariño fue planeado.
Mientras ejercitaban sus mandíbulas, se me ocurrió leerles una historia, que dicho sea de paso los "entretuvo a morir"... la verdad estuvo un poquitín larga (es que yo y mis anteojos había visto dos hojas en total, pero en la clase me di cuenta que se multiplicaron por tres... o sea, seis y como dirían en canal trece... eso era "mucho Lucho"), sin embargo, sé que algunos estuvieron bien pendientes del relato de todas formas... otros en cambio, con bebida pasaban las palabras que escuchaban para retenerlas en su cerebro... en todo caso, la ideal central era bien concreta y para los que no lo era tanto, también fue explicada... "el trabajo al final siempre es recompensado y la recompensa más grande está en saber que has hecho algo y lo has hecho bien".
Para qué tanta cosa dirán ustedes, "pucha que le pone este teacher".
La actividad... la clásica "convivencia" era una sorpresa, los muchachos (y muchachas) no sabían nada y además de sorprenderlos, tenía la finalidad de incentivar (de forma espontánea en primera instancia) el trabajo en clases y el estudio constante, así como, compartir un rato agradable juntos, en vista de que no habíamos hecho nada desde que comenzamos como curso..., un acercamiento que espero les haya motivado al trabajo y sacado de su letargo... sólo así valdría la pena ese día que con tanto cariño fue planeado.
Mientras ejercitaban sus mandíbulas, se me ocurrió leerles una historia, que dicho sea de paso los "entretuvo a morir"... la verdad estuvo un poquitín larga (es que yo y mis anteojos había visto dos hojas en total, pero en la clase me di cuenta que se multiplicaron por tres... o sea, seis y como dirían en canal trece... eso era "mucho Lucho"), sin embargo, sé que algunos estuvieron bien pendientes del relato de todas formas... otros en cambio, con bebida pasaban las palabras que escuchaban para retenerlas en su cerebro... en todo caso, la ideal central era bien concreta y para los que no lo era tanto, también fue explicada... "el trabajo al final siempre es recompensado y la recompensa más grande está en saber que has hecho algo y lo has hecho bien".
Bueno, entre la comida, la lectura, la conversación y el ruido del techo de la sala... se me había olvidado de tomarles una foto, sólo al final me acordé y así quedaron... eso si que ya no quedaba nada... ¡se lo habían comido todo!Espero hayan disfrutado ese día tanto como yo y les haya gustado... alumnos míos...
